El cráneo es un eco antiguo que resuena a través de las eras, un símbolo que desnuda la esencia de lo efímero y lo eterno. En el arte, es el recordatorio mudo de la mortalidad, un emblema que ha fascinado a pintores, escultores y poetas, quienes ven en sus cavidades vacías la sombra inevitable de nuestro propio final. En la historia, el cráneo es testigo y trofeo, una reliquia de batallas olvidadas y civilizaciones extintas, en las que los huesos eran memoria y monumento. En la biología, es el guardián silencioso del pensamiento, una fortaleza de calcio que protege el misterio de la conciencia. El cráneo, desnudo y expuesto, nos enfrenta a la paradoja de la vida, que en su fragilidad y dureza, siempre guarda un secreto en su interior vacío.